Español
La pintura quiteña colonial ocupa un lugar destacado en el arte hispanoamericano por su estilo propio, nacido de la imitación y adaptación de modelos europeos. Aunque se le cuestionó su originalidad, sus lienzos mostraron un carácter único que fusionaba influencias italianas, españolas y flamencas con elementos locales. En este desarrollo se identifican tres etapas: la primera bajo el influjo de fray Pedro Bedón y Hernando de la Cruz; la segunda con Miguel de Santiago y Nicolás de Goríbar, marcada por la fuerza del arte flamenco.
El máximo exponente fue Miguel de Santiago, quien logró gran reconocimiento por su manejo del claroscuro, la nobleza de las formas y su profunda inspiración religiosa. Sus discípulos, entre ellos su hija Isabel y su sobrino Goríbar, continuaron la tradición, incorporando mayor expresividad en el colorido. Posteriormente, con artistas como Vicente Albán y Manuel de Samaniego, la pintura quiteña adoptó composiciones más ornamentadas.
Un rasgo distintivo de esta escuela fue la “quiteñización” de los personajes, quienes muchas veces presentaban rasgos mestizos, vestimentas locales y escenarios con flora, fauna y arquitectura de los Andes. Además, se desarrollaron pigmentos propios, como los ocres obtenidos de huesos y los tonos rojos de insectos como la cochinilla. Gracias a pintores como Bedón, Hernando de la Cruz, Miguel e Isabel de Santiago, Goríbar, los Albán y Samaniego, la Escuela Quiteña consolidó un legado artístico que combina lo europeo con lo andino, dejando obras de gran trascendencia en la historia del arte colonial.
English
Colonial Quito painting holds a prominent place in Spanish-American art for its distinctive style, born from the imitation and adaptation of European models. Although its originality was questioned, its canvases displayed a unique character that fused Italian, Spanish, and Flemish influences with local elements. Three stages of development can be identified: the first under the influence of Friar Pedro Bedón and Hernando de la Cruz; the second, with Miguel de Santiago and Nicolás de Goríbar, was marked by the power of Flemish art.
The greatest exponent was Miguel de Santiago, who achieved great recognition for his use of chiaroscuro, the nobility of his forms, and his profound religious inspiration. His disciples, including his daughter Isabel and his nephew Goríbar, continued the tradition, incorporating greater expressiveness in the colors. Later, with artists such as Vicente Albán and Manuel de Samaniego, Quito painting adopted more ornate compositions.
A distinctive feature of this school was the «Quiteñization» of its subjects, who often displayed mixed-race features, local clothing, and settings featuring Andean flora, fauna, and architecture. Furthermore, they developed their own pigments, such as ochres obtained from bones and the red hues of insects like the cochineal. Thanks to painters such as Bedón, Hernando de la Cruz, Miguel and Isabel de Santiago, Goríbar, the Albán family, and Samaniego, the Quito School consolidated an artistic legacy that combined European and Andean influences, leaving behind works of great significance in the history of colonial art.